Trabajo, juventud y política: las urgencias del presente
La participación de la juventud en las sociedades actuales, se vuelve un aspecto fundamental para pensar estrategias y acciones por parte de los gobiernos. La Organización de las Naciones Unidas (ONU), entendiendo la importancia de los y las jóvenes en el mundo, ha establecido directrices para mejorar sus condiciones de vida, en relación a tópicos como educación, salud, desempleo y pobreza, adicciones y medio ambiente. Esto hace una invitación a los gobiernos locales e internacionales a tomar acción y preocuparse por las juventudes, quienes, aunque
no determinadas únicamente por la edad, merecen oportunidades de participar de manera plena, efectiva y constructiva en la vida de la sociedad. Las Naciones Unidas afirman que “los jóvenes aportan creatividad, perspicacia y profundos vínculos comunitarios que ayudan a cerrar la brecha entre las políticas y la práctica. Con más del 65% de las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible vinculadas a la gobernanza local, la participación juvenil no es un lujo, sino una necesidad”1
Sin embargo, y aunque suene poco alentador, en nuestro país y en toda la región de América Latina, los índices de desempleo principalmente se muestran en creciente. Siguiendo los dichos de la politóloga María Migliore: “Hoy, un chico que entra al mercado de trabajo a los 18 años puede cambiar 20 veces a lo largo de su vida”2
En el mismo sentido, la politóloga y experta en juventud y trabajo, María José Contreras, expuso que “los jóvenes de hoy no solo cambian de empleo con frecuencia, sino que se enfrentan a trabajos temporales, informales y de baja calidad, lo que dificulta su inclusión social y su proyecto de vida.”3
Dicho de otro modo, los datos recientes de nuestro país muestran que el desempleo juvenil ha crecido para el grupo etario que se comprende entre los 18 y 24 años. Ahora bien, la pregunta recae en: ¿por qué ocurre esto? Y la respuesta más rápida podría encontrarse, en primer lugar, en la informalidad.
En abril del corriente año, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), sostuvo que “en Argentina, más del 60% de los jóvenes enfrenta condiciones laborales informales”4. Del mismo modo, el 60% de las mujeres jóvenes y el 58% de los varones jóvenes no poseen un empleo registrado, lo que contribuye a la falta de acceso a derechos como la cobertura de salud, las licencias laborales y los aportes jubilatorios.
Por supuesto que es un hecho que ocurre debido a múltiples factores, y pese a ello, no se pueden dejar de enumerar algunas cuestiones que favorecen su reproducción social: por un lado, la brecha educativa y tecnológica que ubica a los jóvenes dentro de un sistema desigual, con posibilidades para pocos (quienes serán los que accederán a un mercado laboral que demanda habilidades tecnosociales específicas); y por el otro, un mercado fragmentado por empleos casuales, temporarios y a menudo sin supervivencia en el tiempo. Forman parte de esto el trabajo por objetivos, por encargo o los denominados empleos informales sin
registro.
Por lo mencionado hasta acá, es claro que es necesario y urgente seguir fomentando y profundizar espacios de encuentro, diálogo, formación y participación juveniles, que se orienten a emancipar a las juventudes de aquellas situaciones que les quitan las oportunidades. Las políticas públicas deben ser la base para ello, en un contexto que se caracteriza por el auge de las tecnologías digitales y la Inteligencia Artificial, las cuales se presentan como desafíos a trabajar para potenciar la participación política y ciudadana de las juventudes, desde la inclusión.
No obstante, lo anteriormente mencionado, el desempleo juvenil no es sólo una consecuencia económica: es también un síntoma político. La precariedad y la falta de oportunidades no podrán resolverse sin una participación activa, decidida y estratégica de las juventudes en la vida pública. La calidad de los empleos del futuro dependerá, en gran medida, de la capacidad que tengan hoy las nuevas generaciones de incidir en las decisiones que se toman, de organizarse colectivamente y de disputar sentidos y prioridades. Frente a esto, el aporte de la juventud debe ser el compromiso con acciones concretas y participativas, que transformen la realidad. Porque tomar partido en los temas que afectan las condiciones de vida de millones de jóvenes no puede quedar en manos exclusivas del Estado: es una tarea compartida que empieza por involucrarse políticamente en el presente.
En ésta coyuntura social, no sólo es oportuno reivindicar a las juventudes; también es pertinente escucharlas, para amplificar sus voces y para que tomen la palabra. Porque si el futuro está en disputa, es ahora cuando deben hacerse cargo de intervenir en él. Invitamos desde ACEP La Pampa, a las y los jóvenes a involucrarse, a hacerse escuchar y a entender que su participación política no es un lujo, ni un capricho, ni un eslogan de campaña, sino una herramienta urgente para transformar las condiciones laborales, sociales y de vida que los atraviesan. No existirá empleo digno en el futuro, sin participación activa de las juventudes.
1 Citado de: https://www.un.org/es/observances/youth-day/
3 Citado de: Revista Estudios Sociales, 2018.